La vida familiar, empresarial y política de Urenda

Los Urenda son un clan unido. En el despacho que el ex senador tiene frente a la Plaza Sotomayor, destacan retratos familiares y una efigie de Don Memorario, célebre personaje de Lukas (cuya fundación dirige). “Soy muy querendón de mis hijos”, aclara. Similar apego lo une a su mujer, María Elena Salamanca Quaheir (quien falleció en septiembre del 2009), con quien compartió más de 60 años de matrimonio, tuvo 8 hijos, 19 nietos y una bisnieta. “Además habría que agregar 4 años de pololeo; es toda una vida”, destaca.

En sus noventa años nunca se ha movido de aquí. “Soy un viñamarino y un hombre de la región. He venido prácticamente todos los días a Valparaíso, como estudiante de colegio y de universidad, y después por el trabajo. Esto durante 72 años hasta el día de hoy”, señala patentando fidelidad absoluta con la región.

Y es que la zona le apasiona. Concón –donde reside actualmente-, Viña del Mar y Valparaíso han sido siempre la génesis de cada cosa que hace. Desde su trabajo profesional; académico (profesor y director en la UV y la UTFSM), empresarial (director en Alamar, Sonap, Sporting Club), social (Fundación Lukas), hasta su político (director del Consejo Económico y Social, senador, dirigente del gremialismo). Pero eso es harina de otro costal. Del que sigue.
 
ANIMAL POLITICO

Dicho está que la vocación de Beltrán Urenda nació en su paso por la Escuela de Derecho. Allí se erigió como presidente del Centro de Alumnos, apoyado incluso por compañeros de izquierda. “Eran tiempos extraños. La Guerra de España había politizado la sociedad , luego la Guerra Mundial. Y aquí en Chile teníamos el Frente Popular de Aguirre Cerda”, recuerda.

Con los años la vocación se adormeció, mientras atendía los asuntos empresariales. Hasta que sobrevino el Gobierno de la Unidad Popular y debió negociar con un joven Fernando Flores –“una persona inteligentísima”- la cesión parcial de la Compañía Interoceánica. “Fue un ejemplo de negociación positiva para ambas partes; si se hubiera hecho así, en vez de preocuparse de asuntos revolucionarios, creo que el gobierno de Allende hubiera sido más efectivo”, analiza.

Luego, apoyó la intervención militar, por la “insalvable” situación que se vivía entonces. No se involucró demasiado, pues seguía pendiente de sus negocios, su abogacía y, sobre todo, la familia. Llegan los ochenta, período en que recupera el control de la Compañía Interoceánica. Llega a ser su presidente. Después también preside la Asociación Nacional de Armadores.

Luego del terremoto de 1985, por expresa petición de la Presidencia, encabeza el Consejo Económico y Social, una corporación donde se reunían destacados empresarios y representantes de los trabajadores para definir las políticas económicas del país. “Fue un cargo que no esperé, pero que me lo tomé muy en serio, pese a que no era remunerado. Imagínese, un hombre de regiones presidiendo ese órgano tan importante, era algo inédito”, explica el empresario.

Llega la democracia y Beltrán Urenda, a la sazón todo un hombre público, es convencido para lanzar una candidatura al Senado por la Circunscripción Quinta Costa. Lo hace como independiente por el Pacto Democracia y Progreso y gana. En el período 1990-1994 preside la Comisión de Relaciones Exteriores y llega a ser vicepresidente del Senado. Pero antes la tragedia lo hace tomar decisiones claves…

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