Ojos que no ven… ¿Ego que siente?

Carla StagnoEra mi primera salida tipo “Sex &The City” en meses. Tragos rosados y bonitos, uñas recién pintadas y prohibido hablar de las poncheras de los maridos –y regla número uno- de los hijos. Nada de dolor de pezones ni de llantos escandalosos. Esa noche las únicas que disfrutaríamos de una buena y merecida pataleta seríamos nosotras.

Claudia, divorciada hace dos meses, fue la primera en emborracharse y comenzar con el típico discurso de la mujer fuerte, independiente y “shora” que ya se ha convertido en emblema en nuestra generación. ¿Fachada? ¿Exaltación de inseguridades? Me gustaría decir que no, pero lo cierto es que apenas terminó su exposición digna de la Plaza de la Revolución, se levantó y fue a coquetear con un grupo de solteros. “Yo los uso, no al revés”, fue su excusa. Pero yo sé que mañana tendré una llamada de ella achacada. “¿Por qué no me llamó?”.

“¡Por eso es mejor estar emparejada!”, solté muy suelta de cuerpo mientras comenzaba a ver doble al grupo de solteros. “Pareja fija, confianza, amor del lindo y menos drama. No necesito mirar para el lado. Tengo todo en casa”.

“¿Me puedo sentar contigo?”. Una voz ronca e intensos ojazos cafés en un forro de primera interrumpieron mi propio discurso presidencial. Ni siquiera recuerdo mi respuesta, pero de seguro fue más enredada que Piñera hablando de Crusoe. La cosa es que en menos de un minuto y al más puro estilo coreografía Broadway, mis amigas desaparecieron con elegancia y quedé frente a frente con Manuel o “Manu, para los amigos y las mujeres guapas”. La línea entre ser una lady o definitivamente pasarme al bando de las sluts estaba más fina que nunca.

¿Qué me detuvo? Mis creencias, valores, llámenlos como quieran, pero no el instinto y mucho menos algunas partes de mi cuerpo (se revolucionaron tanto, que en algún momento tuve hacerlas callar amenazándolas con quitarles sus juguetes) No fui infiel, pero me morí de ganas. Eso sí, coqueteé como profesional. ¡Herví la sopa, la olla y la cocina del vecino! No pude aguantarme y caí en el juego del limbo. Ese donde no pasa nada, pero pucha que lo pasas lindo.

El tema es que ahora tengo más ganas que nunca de hacerlo de nuevo. No con Manu, sino con Ignacio, Rodrigo, Alberto y Fede. Coquetear con extraños, jugar un poquito. Total, eso no es ser infiel sino hacerse un cariñito. Totalmente necesario para la salud femenina e inofensivo, ¿no?…. ¿No?

Sigue a la autora de esta columna en @carlaguionista

2 comentarios

  1. «Invitación a conocer Rusia» jajaja… Me reí mucho, me encantan tus columnas, felicitaciones.

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