Haciendo las paces con mi vagina

Carla StagnoIrritada y roja de la impotencia, de pronto me pareció más angustiada que nunca. Y me dio pena. Estar ahí abajo muerta de calor, sufriendo atentados terroristas todos los meses y siempre dispuesta a sacrificarse para salvar a la “patrona” con el susodicho de turno, no debe ser fácil.

Antes éramos más amigas. Tanto así que hasta la encontraba bonita para su “especie”. Por eso es terrible ver que le llegó el viejazo. ¿Por qué la descuidé? Una cosa es que no me caliente con mi pareja actual, pero otra muy distinta es tener amnesia y olvidar aquellas memorables tardes cuando revisábamos juntas los videos prohibidos de algunos cachondos del “jet set”. (Busquen el de Collin Farrell y deslúmbrense con su MAYOR talento)

Mi vagina, fiel compañera y yo tan ingrata. Quizás si existiera un feriado de la masturbación no la olvidaría tan fácil. Si hasta la piscola tiene uno, ¿por qué no honrar a “Manuela” y “Dedillo”? Ya puedo imaginar los slogans en radio y televisión: “Ven con tu vagina al mall y obtén un dos por uno en el bowling. ¡Por cada chuza te regalamos un par de bolas para ella!”)

Es triste, pero hoy en día todos pareciéramos funcionar a punta de estímulos. Por eso, si no puedo cambiar la historia del mundo, al menos comenzaré por cambiar la mía. He decretado una nueva regla, damas y caballeros, desde ahora una vez por semana me regalaré un “vagi hour”. Así que bienvenidos los recuerdos, las fotos de los ex y los pinches imaginarios (incluidos famosos) toda clase de pornografía y juguetitos. Pero ojo, que lo simple también funciona de maravilla.

Como la clásica ducha teléfono, el mejor invento después de la pastilla. Un solo chorrito de agua sobre el clítoris y ¡al cielo! Rápido, efectivo e higiénico. Incluso económico, si lo haces en la mañana como parte de la rutina y empiezas el día con una sonrisa de labio a labio.

A ver si vuelvo a ser campeona en “solitario” y reparo el daño hecho a mi florecilla marchita. Por lo pronto, la llevo a la pelu para un moicano y luego sesión de masajes. Vamos que se puede.

Sigue a la autora de esta columna en @carlaguionista

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