El atentado contra Urenda

Fue el asesinato del senador Jaime Guzmán, el 4 de abril de 1991, lo que motivó a Urenda a dejar la independencia y pasar a integrar las filas de la UDI. Si antes estuvo inseguro, ahora no le costó tomar la decisión.

Semanas luego de la muerte del fundador del gremialismo, Urenda “protagonizó” un hecho, acallado en el tiempo, pero que hoy decide retomar: un intento de atentado en su residencia de calle Los Plátanos, Miraflores, que acabó con dos jóvenes extremistas muertos al explotarles una bomba en las manos, que estaba destinada a terminar con la vida del entonces parlamentario.

“Está claro. Las investigaciones indicaron que esa bomba la pondrían en mi casa. Lo extraño de todo es que ese mismo día, ministros de Estado llegaron a expresarme su apoyo y solidaridad, pero luego desconocieron públicamente el hecho. Ese fue un silencio impuesto por la Concertación, del que no se han querido volver a referir. El país hubiera aparecido demasiado inestable a los ojos del mundo con dos senadores de Oposición muertos en tan poco tiempo”, espeta.

Pero Urenda no se atemorizó. Incluso cuenta que visitó a la extremista sobreviviente en el hospital –donde luego fallecería- y que costeó algunos de sus gastos médicos. Además señala que rehusó seguir acciones legales tras enterarse de quienes eran los “izquierdistas involucrados en la acción”.

No cambió de oficina, aunque sí de domicilio. De todos modos, no le “entraron balas” y volvió a ganarse un puesto en el Congreso, luego de las elecciones de 1994. Allí estaría hasta 2002, activo siempre, liderando comisiones y disfrutando del ejercicio político, actividad que descubrió tardíamente, pero que ejerció con rigor y humildad.

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