72 horas en Rosario: sin Bielsa ni mundial

Partí solo, porque estas cosas se hacen solo. Y porque nadie estaba dispuesto a acompañarme. La ciudad más futbolizada de Argentina en medio de un mundial. La casa de Marcelo Bielsa, un concierto de Fito Páez. Todo se daba para ir a mirar de cerca las cosas que me gustan.

Frío en Rosario, pero no solo por la condición climática, que también. El sueño de una patria pendiente 100% del mundial no existía. Era un jueves, faltaban dos días para el partido de octavos contra Francia y la pésima fase de grupos había hecho que la gente se desilusionara rápido de lo que podía venir. Faltaba mucho para ir a ver a Páez, así que quedaba una tercera misión -creo que la más importante- por cumplir. Estaba buscando a Bielsa, sabiendo que no iba a estar. Es feo buscar algo que uno sabe que no va a encontrar, pero con alguna ilusión, uno lo busca igual, porque Dios es misterioso y quizá no se había ido a Inglaterra; quizá estaba en el centro de “su” Rosario, buscando algún hincha chileno que lo haya querido encontrar.

Al Parque Independencia partí. Por Avenida Pellegrini. “Buenas tardes, me da un Marlboro Gold y me dice dónde encontrar a Marcelo Bielsa, por favor”. Nada, los kioskeros no saben dónde encontrar a la persona que le da el nombre al estadio más cercano. Qué falta de preocupación por el turismo deportivo.

Llegamos al estadio. 

– “Buenas tardes, ¿puedo pasar a conocer la cancha?”.
– “No, hay asamblea de socios y está cerrada por el mundial. En el gimnasio se está jugando el mundial sub 17 de basket, podés ir allá”.
– “Vengo de Chile a conocer el estadio de una persona a la que quiero mucho. Tres minutos y estamos”.
– “Lo querés a Marcelo”.
– “Mucho”.
– “Pasá”.

Listo, ya estaba en el lugar más cercano donde lo podía encontrar. Gran punto de partida. Una foto, unas compras en la tienda y ya me sentía más cerca. Estaba en su casa, al menos.

El viernes, todavía faltaba mucho para el partido con Francia, pero la gente no terminaba por entusiasmarse. Banderas y gorros en las esquinas, sí. Hay que comer. Pero no era la locura prometida. Y faltaba mucho para ir a lo de Páez, fue el turno de los paseos peatonales. Quizá alguien vio a Bielsa y me da el teléfono de la casa. Por ahí lo llamo y me dicen “sí, espere”. Ja. Nada de eso.

Librerías con textos de fútbol. Regio panorama para un viernes por la tarde, aunque encontré los libros que pensé que no iba a encontrar en la ciudad del fútbol.
– “Buenas tardes, ¿de fútbol?”
– “Claro, en aquella repisa”
– «Sea un gran arquero en cien sencillos pasos”, “La cultura del running”, “Alimentación Fitness”.
– “Busco algo de Menotti, de Cruyff.. de Bielsa o a Bielsa, lo que tenga más a la mano”
– “Ahí está todo, busca a la vueltecita que ahí hay más”

Efectivamente, estaba el de Bielsa, pero no Bielsa. Estaban Gallardo, Cruyff, Menotti, Guardiola, Grondona y el escándalo de la FIFA. Deme todos.

Vuelta al estadio. ¿Se acuerda que vine ayer? Quería ver si había alguna novedad ¿Usted lo conoce personalmente? ¿Viene por acá? Batería de preguntas, batería de respuestas. Ninguna que me llenara la necesidad. Desistí. “¿Puedo pasar otra vez a la cancha? Es que lo quiero mucho». “Dale, pasá”.

Sábado en el mañana. La gente seguía sin prender con el Argentina-Francia, hasta que empezó. El gol de Griezmann presagiaba que Sampaoli debía ser extraditado o, mejor, no volver. El empate de Di María le permitía al entrenador soñar con un regreso a Casilda y el gol de Mercado ya lo hacía una bestia de la banca. De ahí en más, Mbappé se encargó de deshacer la felicidad. Argentina afuera por 4-3, pero no hubo desmanes. Con suerte lamentos. En Argentina saben más que en Chile y la veían venir. 

“Algo que empieza mal, termina mal. Con esa primera ronda no podíamos ilusionarnos. En cuatro años más la ganamos.”

El desánimo igual fue evidente. Muy poca gente interesada en el Uruguay – Portugal. Con Messi afuera, Cristiano no era tema, daba lo mismo. Las banderas y los gorros de las esquinas ya no estaban. Terminó el mundial y seguía sin encontrar a Bielsa. Y quedaba poco para Páez y para volver a Chile.

2 horas 40 de concierto. En el Metropolitano, por la costanera, al lado del Paraná. Muy buen show, como siempre. La preocupación por encontrar a Bielsa cada vez se iba disolviendo. “Ya podré ir a Inglaterra a verlo”. Igual como pasó con Bilbao, con Marsella y con Lille. Quizá Leeds sí sea. Por mientras, un fernet en Pichincha sería un buen consuelo a la misión no cumplida.

Domingo. Último taxista y no le gustaba el fútbol. No le da de comer. Jódase y al aeropuerto, por favor. Penales entre España y Rusia. Jorge tiene un kiosko en el aeropuerto Fisherton. Jorge le dice a todos “cabezón”. Jorge conoce a Everton de Viña del Mar y a Vitamina Sánchez. Jorge es de Central. Jorge odia a Bielsa.
Chau, Jorge. Chau, Rosario

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*