Informe técnico de la Universidad Federico Santa María reveló el efecto que tienen los temblores en Viña

Por su emplazamiento en pleno Cinturón de Fuego del Pacífico, donde chocan las placas Sudamericana y Nazca, Chile es uno de los países más expuestos a desastres de este tipo, pero resulta que por los avatares de la naturaleza se producen situaciones tan especiales como que ni siquiera en una ciudad geográficamente tan pequeña como Viña del Mar un temblor se siente con la misma fuerza y provoca el mismo daño.

De eso da cuenta un estudio realizado por especialistas del Departamento de Obras Civiles de la Universidad Federico Santa María (USM), que comenzó a medir hace 20 años el efecto que provocó el terremoto de 1985 en la comuna.

Con información proporcionada por la Secretaría Comunal de Planificación (Secpla) de la municipalidad, se analizó el daño en viviendas, instalaciones de agua potable y gas, además de otros servicios de la ciudad. El equipo estudió las condiciones en que quedaron y con esa información elaboró un mapa de microzonificación sísmica, que muestra los sectores más vulnerables según los daños ocasionados.

“En un mapa de microzonificación lo que se mide es esencialmente el daño potencial. Una zona de intensidad alta es aquella donde las estructuras responden más desfavorablemente ante un sismo, lo cual tiene relación con la calidad de la edificación y del suelo y las características del movimiento”, explicó el ingeniero civil y profesor del Departamento de Obras Civiles de la USM, Carlos Aguirre.

INTENSIDADES

Las diferencias entre las intensidades que presenta cada zona se explican por las características de las construcciones y especialmente por el suelo en que se edificaron. En Viña del Mar se identifican tres: duna, cerro y valle, siendo estos dos últimos los más poblados.

Miguel Petersen, jefe del Área Estructura y Mecánica de Suelos del Departamento de Obras Civiles de la USM, explica que en los suelos del cerro son normalmente muy firmes, por lo que cuando ocurre un terremoto suele haber más ruido que destrucción.

Los valles tienen suelos con mucho material sedimentario, por lo que amplifica en cierta forma la onda sísmica, exigiendo que las estructuras que allí se construyen sean un poco mejor armadas, más caras y mejor estructuradas, para resistir movimientos o esfuerzos sísmicos que son mayores que en los cerros.

“Hay valles en que los suelos no son muy buenos, pero en Valparaíso y Viña del Mar tenemos la suerte de que sí lo son, pues básicamente se tiene arena bien compactada por sismos históricos, al igual que en Santiago, Quillota, San Felipe y Rancagua, ciudades que en gran parte del valle correspondiente tienen como suelo gravas arenosas o arenas muy densificadas por terremotos antiguos”, agregó Petersen.

PARA TENER EN CUENTA

Esta realidad de suelos diferenciados permite entender de mejor forma el de microzonificación sísmica. Por esa condición de suelo es que si se repitieran las condiciones de un terremoto como el del ’85, en los sectores de Recreo, Forestal, Nueva Aurora, Miraflores, Achupallas y Reñaca Alto un sismo de 7 grados tendría esa misma intensidad. En Viña del Mar Alto, Chorrillos Alto, Santa Inés, Gómez Carreño y Concón, sería de 8 grados. Y en Reñaca Bajo, Jardín del Mar, la Población Vergara, el Plan en general, Chorrillos Bajo, El Salto y Canal Beagle podría llegar hasta 9 grados.

“Los procesos sísmicos de la zona central de Chile, para sismos que ocurren en la zona de subducción (es decir, cuando una placa se hunde debajo de la otra, se repiten de manera similar, en la medida que el mecanismo de generación sísmica se mantenga. La situación podría cambiar si el sismo generado fuera distinto”, acota Aguirre.

Este tipo de mapas sirve como instrumento para planificar el desarrollo de las ciudades, aunque el especialista reconoce que las zonas más vulnerables son las más apetecidas desde el punto de vista comercial.

De hecho, el 54,7% de las solicitudes que se han formulado entre el 2006 y el 2007 en el municipio para construir edificios en la comuna se concentran en el área de mayor riesgo sísmico, es decir, Reñaca Bajo (22,6%), Población Vergara (18,86%), el centro (11,32%) y Caleta Abarca (1,88%).

“Es natural preferir una casa a la orilla del mar antes que en un cerro”, señala. “No obstante, es preciso reconocer que un edificio bien construido y bien diseñado debiera reaccionar igualmente bien frente a un terremoto”, tranquiliza.

Reportaje publicado originalmente el 22 de diciembre de 2007, en El Observador de Viña del Mar

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