Eternos constructores

Juan Ayala es académico del Departamento de Estudios Humanísticos de la UTFSMLos hombres necesitan hitos que dibujen pautas de conducta, signos que visibilicen un nuevo comienzo, necesitan renovar las promesas y darle sentido a sus vidas. El sesquicentenario que tiene lugar el 24 de Mayo de 2012, día en que se conmemora la solemne instalación en Valparaíso de la Gran Logia de Chile, es una oportunidad para reflexionar respecto de la participación y trascendencia que tiene “en el mundo profano”, la institución francmasónica. Su primer Gran Maestro fue don Juan de Dios Arlegui, quien contó con el apoyo de Concepción y Copiapó, así entonces Valparaíso fue otra vez pionero, contando hacia fines del siglo XIX, con notables hermanos porteños por adopción, don José Francisco Vergara o don Eduardo de la Barra, ingeniero y educador respectivamente.

Los centros de estudios de la región, dieron lugar a virtuosas integraciones de voluntades inspiradas en el bien común y la caridad, ésta, virtud masónica que debe entenderse como amor y justicia. Es el caso de la buena voluntad que inspiró a don Agustín Edwards Mac Clure y a don Armando Quezada Acharán, Serenísimo durante los años 1930 y 1931, juntos posibilitaron la Universidad Técnica Federico Santa María. Edwards fue albacea y primer presidente del consejo directivo, y Acharán su primer rector. La Universidad Santa María, aunque técnica, se construye a partir de un clarísimo concepto del hombre y la sociedad.

El solemne aniversario de la Gran Logia de Chile permite refrendar los valores sobre los que se sostienen las bases de la convivencia social y especialmente la universitaria, señera cantera desde la cual se forman los líderes de la sociedad. En momentos de cambios y revoluciones, son los Talleres donde debiera germinar el sentido más genuinamente humano, fanales que iluminen el yunque, el martillo y el cincel. Si se trabajase sostenidamente en aquello, verdaderamente podríamos cantar que “cada fragua (si) parece una estrella”. Fraguas y herramientas concebidas en los tiempos de don Federico Santa María, son hoy en día el software de última generación, el robot de comando a distancia, las asignaturas de economía y administración, los juegos de negocios, los resultados de la investigación en energías renovables.

Los homenajes a lo que significa la Gran Logia se han sucedido, conferencias por todo el país, reconocimientos de Estado y del Congreso, seminarios, pero muy destacable es el concurso literario, “Los jóvenes escriben de la Masonería chilena”. Interesante posibilidad para conocer el enfoque que la juventud tiene respecto de esta centenaria institución. El aniversario comentado debiera en tanto signo e hito nacional, propender a refrescar y consolidar el papel de los eternos constructores, ellos como todas las instituciones nacionales, tienen la obligación de concentrar los esfuerzos para que los chilenos entendamos, que solo desde una axiología humanista, tiene sentido el diseño de una teleología encarnada en una política de Estado, cuestión muy distinta a un mero programa de gobierno, festinado cotidianamente hasta el hastío.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*