Todos hemos escuchado sobre los peligros que el calentamiento global cierne sobre la tierra, pero no todos estamos haciendo algo para evitar o al menos minimizar sus efectos. Como probablemente sabrá el lector, este aumento de temperatura es consecuencia del efecto invernadero, designación dada por el matemático francés Jean B.J. Fourier en 1827, al comparar las consecuencias que producen los gases existentes en la atmosfera con aquellas que produce el vidrio en un invernadero. Aunque las causas no sean precisamente las mismas, resulta ser una buena analogía para hacerse de una acertada idea de sus efectos.
Pero viendo la parte medio llena del vaso, digamos que sí existen personas abocadas a disminuir estos efectos. En este último grupo están muchos investigadores del área aeronáutica que conscientes que la solución no está en dejar de volar, buscan incansablemente, hacer más amigable con el planeta a esa maravilla tecnológica que es el avión. Es así como en estos días, hemos conocido del exitoso vuelo de un avión propulsado con motores que se alimentan sólo con la energía solar y que logró, aunque suene raro, volar de noche en un vuelo de 26 horas de duración, usando la trayectoria diurna para cargar las baterías con suficiente energía, para alimentar sus motores durante las horas de oscuridad. Se trata de un proyecto iniciado el año 2004 por el ex piloto de la Fuerza Aérea Suiza André Borschberg y su amigo Bertrand Piccard, quienes contaron con el decidido apoyo de la Agencia Espacial Europea y el prestigioso instituto tecnológico federal suizo, lo que permitió hacer realidad este histórico y esperanzador vuelo, sin contaminar nuestra atmosfera.
Existen también otras investigaciones que buscan alimentar los motores de aviación con energías alternativas como los combustibles sintéticos y biocombustibles, que se espera puedan ser usados en forma regular durante un futuro cercano. También la energía solar, eólica o el empleo de hidrógeno se vislumbran como buenas y factibles opciones.
Mientras lo anterior ocurre, se han tomado medidas paliativas como las aproximaciones de descenso continuo, disminución en la cantidad de vuelos, diseño de aerovías más eficientes para reducir las demoras en vuelo, mejor gestión del tráfico aéreo, diseños de vuelos bajo reglas AFR o el uso de dispositivos que disminuyen el consumo de combustible y, por ende, la emisión de monóxido de carbono.
En nuestro país, la principal línea aérea, LAN Airlines, ha dotado a su flota de winglets, mecanismos aerodinámicos de punta de ala, que mediante una reducción de la resistencia al avance producen un ahorro de combustible que va entre el tres y seis por ciento del consumo, disminuyendo significativamente la gran cantidad de monóxido de carbono que se expulsa a la atmosfera durante los vuelos. Asimismo el Centro de Aplicaciones Aeroespaciales de la Universidad Técnica Federico Santa María, organismo dedicado a la investigación e innovación aeronáutica en el país, ha iniciado indagaciones tendientes a mejorar las condiciones ambientales de los aeropuertos, además de algunos aún incipientes estudios sobre el uso de combustibles alternativos. Mal que mal, todos estamos a bordo de esta aeronave llamada Tierra y tenemos el deber de lograr que las profecías para el año 2012, sólo sean una buena historia para contarles a nuestros nietos y permitir que ellos tengan la oportunidad de contársela a los suyos.
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