Algunas fiscalías los han perseguido acusando que sus equipos no son de destreza, sino de azar, lo que niegan; algunas autoridades han tratado de encasillarlos en la Ley de Casinos, lo que ellos rechazan; algunos alcaldes los han responsabilizado de desperdigar la ludopatía en sus comunidades, lo que rebaten. Está claro que desde que comenzaron a masificarse en las comunas del país las máquinas tragamonedas han estado en el ojo del huracán.
Contrario a lo que se podría pensar, el gremio que acoge a los empresarios que se dedican a esta actividad, la Asociación Gremial de Operadores, Fabricantes e Importadores de Entretenimientos Electrónicos (Fiden), quiere reglas que les permita trabajar tranquilo, persiga a los ilegales y regule su funcionamiento al estilo de lo que ocurre con otros rubros, para lo cual incluso acudieron al Congreso Nacional para conversar con un senador –que se negaron a identificar- para plantearle la necesidad de crear un nuevo marco jurídico.
“Existe la Ley de Alcoholes, ¿por qué no aspirar que exista algo parecido en las comunas? (…) ¿por qué no que esto se regule por una ley de juegos, de entretenimiento? (Debería incluir aspectos) como la cantidad de máquinas por número de habitantes (como lo hace la Ley de Alcoholes); metraje de los colegios; que los niños no puedan ingresar; horarios de cierre… estamos abiertos a todo, lo único que queremos es que se regule”, demandó la presidenta de Fiden, Mariana Muena.
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