Basta que transcurran los primeros minutos para que el espectador pueda anticipar, a grandes rasgos, de qué se va a tratar la película. Pero lo predecible, en La vida de los peces, no molesta, pues los acentos no están puestos en una intriga. Andrés (Santiago Cabrera) es un periodista chileno, de 33 años, que vive en Berlín y viaja por el mundo escribiendo notas turísticas para una revista de cierto prestigio. De paso por su país, asiste a un cumpleaños donde se reencuentra con los amigos de siempre y a quienes no ve hace a diez años. En la fiesta también verá –y eso lo sabe- a su ex novia Beatriz (Blanca Lewin).
Tal como en sus anteriores películas, el director Matías Bize se vale de una historia simple para adentrarse en las frustraciones de una relación de pareja, y, en este caso, de una que no fue. Pese a que los diálogos iniciales trastabillan en los lugares comunes –lo que no es un detalle menor en una película presuntamente intimista-, también desde un comienzo se evidencian los aciertos como la elección de Cabrera como el protagonista masculino que – a diferencia de Gonzalo Valenzuela en “En la cama”- no terminó opacado en ningún momento por la siempre resuelta Lewin. Otro punto alto es la banda sonora, que por momentos ameniza más que las imágenes.
Pese a que la historia por momentos no convence y tiene salidas algo trilladas (como el fallido café de reencuentro entre Andrés y Beatriz, que tiene una odiosa similitud a la promesa final de “Antes del amanecer” de Richard Linklater), la apuesta de Matías Bize es, por sobre todo, profundamente seria al intentar retratar el fracaso amoroso. Y es aquí donde logra ráfagas de genuina intensidad cuando pone a conversar a dos seres que tratan de dilucidar por qué no están juntos. Aunque sólo sean algunos destellos de lucidez, y no toda la película, son suficientes para que el cine de Bize quede dando vueltas no sólo en sus más acérrimos espectadores.
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LA VIDA DE LOS PECES from sebastian olivari on Vimeo.
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